Tuesday, January 29, 2008

Arreglando cosas

Los sueños sirven para arreglar las cosas, las ideas.

Primera noche de la semana que duermo cinco horas seguidas; segunda noche que termino haciedo lo mismo, hacer como que trabajo para que hagan como que me pagan, la historia de siempre en esto de las simulaciones.

Debí soñar con algo placentero, debí asociar la imagen de la chava con la cabeza rizada gritando un poema que dijo ser de Sabines en medio del vagón del metro, toda dramatizada por algún alcaloide o por estar enamorada o simplemente por estar loca.

Ahora que lo recuerdo, no sé en donde empezó mi sueño o mi trabajo.
Como cuando me quedo dormido escuchando ecos en mi cabeza: Un segundo o menos de voces en ruido blanco, murmullos de relleno en una obra de teatro.

Recuerdo de ayer el haberle hablado o el haberme puesto como chavito queriendo verla a pesar del trabajo por sacar.

Esta mañana me desperté tarde, sonó el despertador pero me quedé dormido un minuto que para el reloj fue una hora. ahora escribo esto.

¿Qué veré al despertar?

Monday, January 28, 2008

Drako



Esta leyenda trata de un dragón llamado La Gargouille, un monstruo con cuello largo y de tipo reptil, hocico delgado, fuertes mandíbulas, cejas pobladas y alas fibrosas, que vivía en una cueva cerca del río Sena, en Francia. Tenía malas costumbres, como tragarse los barcos y escupir tanta agua que inundaba las localidades.
Los habitantes del poblado cercano de Rouen intentaron aplacar a La Gargouille con ofrendas humanas anuales; y, a pesar de que el dragón prefería a las doncellas vírgenes, por lo general le daban un criminal. Con el tiempo, los pobladores se cansaron del acuerdo. En algún momento entre 520 y 600 d.C., el sacerdote Romano (o Román) llegó a Rouen y prometió llegar a un acuerdo con el dragón si los habitantes aceptaban ser bautizados y construían una iglesia. La gente dudaba que tuviera éxito, pero de todas formas aceptaron, pues anhelaban cualquier oportunidad para deshacerse del azote del dragón.
El dragón murió de viejo no sin antes comerse al sacerdote de una mordida.