Tuesday, December 18, 2007

El conejo en la Luna

Quetzalcoatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo en figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre, pero todavía siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó por la ventana de los cielos. Entonces, se sentó a la orilla del camino, y estaba descansando cuando vio a un conejito, que había salido a cenar.

- ¿Qué estás comiendo? -le preguntó.
- Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?
- Gracias pero yo no como zacate.
- ¿Qué va a hacer entonces?
- Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejito se acercó a Quetzalcoatl y le dijo:

- Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:

- Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti. Y lo levantó muy alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la Tierra y le dijo:
- Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.